¿Un momento de tranquilidad?, yo no lo creo {Dave.

Había salido apenas del aula de física, mi mente estaba llena de datos innecesarios, y fórmulas que nunca alcanzaría a comprender en su totalidad. Los números no eran lo mío, y de más estaba decir que las fórmulas de ese tipo lo eran mucho menos. Ahora me encontraba caminando por los largos pasillos de la escuela, buscando dónde pasar el periodo libre, en primera instancia se me paso la cafetería por la mente, pero la descarté inmediatamente ante el conocimiento de que siempre se encontraba llena, y mi firme inención era continuar con una lectura que había postergado por un tiempo indefinido. Me encaminé entonces a los jardínes, pues por alguna razón, la mayoría no apreciaba todo lo que el lugar podía ofrecer, y se encontraban practicamente vacíos casi todo el tiempo. Tomé asiento en una banquita libre de allí, y tras haber llegado a la página dónde el separador me indicaba que me había quedado, comencé a leer aquélla novela de suspenso psicológico que había dejado de lado.

Resoplé mirando una hoja de papel medio arrugada que constituía el horario que no hace demasiados días me habían asignado en lo que parecía ser la dirección del instituto "Historia del Arte"; resoplé. La mayor parte del tiempo las clases no eran lo mío, sin embargo era aquel el día en el que tenía más que claro el hecho de que no soportaría escuchar hablar a la reliquia de ser humano que tenía por profesora durante dos períodos enteros, de cualquier forma una clase no haría gran diferencia, decidí saltarla. Caminé con las manos en los bolsillos de manera casual hasta el último corredor y fue cuando me topé con la salida a los jardines y comencé a andar sin rumbo fijo. Llevaba la mirada perdida en la nada, no había demasiado por ver, era todo tan... verde, de pronto mis ojos se toparon con un destello dorado, algo definitvamente más interesante, con tan sólo un par de pasos de aproximación supe de quién se trataba a pesar de que sólo habíamos charlado unas pocas veces.- Así que no fui el único con la idea de buscar entretenimiento entre la vegetación.- Comenté con cierto humor al tiempo que me recargaba contra un árbol contiguo.

Solté un profundo suspiro, era increíble el ambiente de paz que se sentía en el lugar, todo era tan silencioso, el único sonido que había allí era el que hacía el propio viento, que propiciaba un fresco que hacía que el Sol no se sintiera tanto. Mire a mi alrededor, si antes no había habido más que dos que tres personas, ahora el lugar se encontraba completamente desierto más allá de mi presencia, suponía que se habían ido a cumplir con su jornada de "aprendizaje", o supuesto aprendizaje, porque en lo que respectaba a mi caso en particular, eran pocas las clases en las que aprendía algo que me fuera realmente de provecho. A veces se convertía en una desventaja el que mi hermana mayor fuera la directora del colegio, pues era la primera en recibir el reporte de mis faltas, y seguramente, me tocaría escuchar el típico sermón de que siempre debía cumplir con mis responsabilidades y otras cosas a las cuales les perdía el hilo. Cerré los ojos por el transcurso de algunos segundos, si no hacía algo, me quedaría dormida en cualquier momento. Me sobresalté al escuchar una voz a mi lado, y tomé una bocanada de aire de inmediato, mis sentidos no habían estado al cien, por lo cual no me había visto venir a aquél chico con el que había charlado una o dos veces antes. -Inspirador el color verde, ¿no es así?- Me reí mientras clavaba la mirada en él, a la par que volvía a colocarle el separador al libro.

Por alguna razón la rubia me causaba curiosidad, aún si no la conocía demasiado, verla moverse me resultaba interesante, había algo en sus gestos y su forma de andar que terminaba siendo una distracción peligrosa de ocupaciones que eran de mayor trascendencia. Mis ojos se pasearon por su figura entera por unos segundos hasta llegar al libro que tenía en su regazo, la sonrisa que se hizo presente luego entre mis labios fue meramente instintiva, probablemente nadie hubiera pensado que alguien como ella se interesaría en un libro como aquel.- Puedo apostarte que el final no es ninguno de los que imaginas, es mucho mejor la segunda parte.- Comenté con un tono despreocupado antes de acompañar sus risas con unas propias, no supe distinguir si estaba siendo sarcástica entonces, más no me importó.- Mas de lo que podría expresar con palabras sencillas.- Repuse con un tono divertido antes de que su rostro se elevara hacia el mío, permitiéndome así ver aquellas hebras doradas mecerse al son que marcaba la leve brisa fresca.

Misterioso, si había una palabra para definir a aquél chico de ojos oscuros era justamente esa. Siempre aparecía cuando menos te lo esperabas, y de la misma forma desaparecía cuando lo perdías de vista. Ciertamente siempre había sido una chica curiosa, a veces aquélla característica me hacía descubrir cosas que no deseaba, pero este caso era diferente, me parecía.. fascinante. Tenía algo, aún no me lo podía explicar en realidad, algo sumamente atractivo, y peligroso. Era como una vibra que lo rodeaba, y simplemente, era imposible no notar que no era el típico chico malo que te encontrabas todo el tiempo. Arqueé una ceja al escucharle, ¿así que también leía?, no tenía el tipo intelectual, pero suponía que poco lo conocía, sino es que, no lo conocía en absoluto. -La verdad es que me parece bastante intrigante, seguramente ya me verás comprando la segunda parte- Pronuncié con una sonrisa que apenas había esbozado, y entrecerré ligeramente los ojos al sentir como una nueva corriente de aire no se hacía esperar y pasaba por dónde nosotros nos hallabamos. -¿Qué te trae por aquí, Franco?, ¿no se supone que deberías estar adquiriendo nuevos conocimientos de nuestros tan sabios profesores- Inquirí antes de soltar una suave risita, el sarcasmo se había hecho presente en toda la extensión de mi comentario.

Tenía ciertas manías según cuanto había notado, retorcía sus propios dedos cuando se sentía nerviosa y hacía bailar su lápiz cuando estaba aburrida, sin embargo se sumía tanto en sus propios pensamientos que a veces parecía haber despegado en una nave hacia un rumbo desconocido, en cierta ocasión había escuchado alguno de sus profesores quejándose del hecho. Solía pasearme sin compañía entre la muchedumbre, pasar desapercibido resultaba mucho más sencillo cuando tus verdaderos planes consistían en averiguar la mayor cantidad de información posible sobre los desconocidos probablemente peligrosos con los que por obligación debía compartir oxígeno.- Puedo prestártelo si deseas, quizás pueda....mostrarte un poco de la historia.- Sugerí mientras ella disfrutaba de las caricias invisibles que le eran repartidas a la tersa e inmaculada piel de sus mejillas ligeramente ruborizadas.- ¿Debo tener un motivo para estar aquí?- Inquirí no sin cierta arrogancia evitando respuestas comprometedoras, proseguí.- No tendrías que estarlo tú? No vaya a ser que la directora se entere y vaya a mantenerte en encierro involuntario...