Se ve en su boca medicina {KRISTEN.

Una gota de sudor recorría desde el lateral de mi frente hasta morir en mi mejilla. Hacía un calor insoportable y estar en la cancha de fútbol con los mocosos de tercero intentando lucirse y pidiendo mi opinión sobre sus movimientos no ayudaba en nada.- Eh, tú, sí, el de gorrita, ven. –señalé a un niño que no parecía disfrutar el partido y cuando lo tuve ya cerca, me agaché para quedar a su altura y así hablarle cómodamente- Escucha, me iré a sentar en las gradas, los estaré mirando desde ahí, quiero que me suplas y juegues a que eres el árbitro. ¿Estamos? –pregunté retóricamente, sabiendo que no se podía negar. Lo despeiné como dándole aliento para hacer mi trabajo y retiré hacia la refrescante sombra que había en las gradas. Ni bien me senté pasé la lengua por mi labio superior mojando parte de piel cuando sentí el calor disiparse. El ambiente era fresco, al aire libre. Estiré mis piernas para luego recargar una sobre el muslo de la otra formando un cuatro y me llevé los brazos atrás del cuello, entrelazándolos. Dulce vida, no podía ser mejor.

Salí de mi tercera hora de clase y como la siguiente la tenía libre, decidí ir a dar una vuelta por el lugar hasta esperar que me tocara la siguiente clase. Me envolví en mi jersey marrón oscuro pues hoy aunque había sol corría un viento algo frío que lograba calar los huevos y antes de empezar a andar saque mi móvil de la mochila y conecte a este los cascos, buscando el reproductor de música en el pequeño aparato a la ves que empezaba a andar con pequeños, torpes y lentos pasos hasta que le di play a la primera canción que apareció y guarde el móvil en uno de los bolsillos de mi jersey al igual que en estos metía mis manos, después de reafirmar la mochila en mi espalda, la cual la tenía sujeta por una sola oreja.
Entre tumbos y tumbos, llegué a la cancha donde algunos cursos inferiores entrenaban o algo así y decidí pasar el tiempo mirándoles y entreteniéndome, seguro habrían caídas, golpes o algo así, muy típico de niños de esa edad que se entregan y apasionan mucho.
Subí las escaleras de las gradas hasta llegar a la quinta fila y di un par de pasos hasta sentarme ahí y dejar caer mi mochila al suelo sin ningún cuidado, apoye mis pies en el espaldar de las grandes de enfrente de mi, inclinándome hacia adelante apoyando mis codos en los muslos y juntaba mis manos entrelazando mis dedos, moviendo mi pie derecho a ritmo de la música y mis labios murmuraba de forma inteligible la canción que resonaba en mis oídos.
Mis ojos avellanados se fijaron en un entrenador, o eso supuse por la forma en que se dirigía a los pequeños y uno de los niños a los cuales había llamado. No alcanza a escuchar lo que le decía pero por los ademes que hizo el y luego el niño supe que le había dejado a él el cargo de entrenador, o decirlo de otro modo, le dejo su puesto, mientras el se retiraba hacia un lado del campo y se dirigía hacia aquí hacia las gradas, pensé que vendría a por algo, una lista o algo así, pero hizo lo que menos me espere, sentarse en las gradas y tomar una postura pasota y muy digna de aquella persona un domingo donde se resigna a no se nada.
Reí entre dientes por lo que hizo, bajando la mirada un momento a la ves que negaba con la cabeza por su acción y mordí mi labio inferior sintiendo como el ligero viento que corría removía mis cabellos y hacía que este cayera sobre mis ojos y se despeinara. No me importo y volví a alzar la mirada hacia el dichoso profesor pues realmente me hacía gracia lo que había hecho pues de alguna forma tenía merito el morro que tenía.

La exquisita textura del agua desplazándose por mi cuello hacia abajo era el paraíso. Qué buen trabajo que me había conseguido, unos cuantos papeles y ya hasta te pagan por hacer esto. Qué maravilla. Dejé la botella de agua sobre el suelo junto a las mochilas de los críos de tercero y eché mi cabeza hacia atrás, recargándola sobre la grada superior. La figura de una mujer apareció delante de mío, mi mirada se desplazó desde sus piernas, la curva de su cintura hasta su rostro. Kristen. La castaña con expresión retraída. ¿Cuándo era que me tocaba clases con lo de pre? Era un jueves o un viernes, uno de esos días, lo recuerdo porque un día o dos días después nos habíamos encontrado en una fiesta que ofrecía el campus. A primera vista sólo me pareció un rostro no común, alguien de quien enamorarse y poder pasar las tardes juntas sin aburrirse. Yo no estaba para eso, pero cuando la vi ceñida en ese vestido carmesí que hacía juego con sus labios, por favor… alguien así no suponía ternura, ni mucho menos ánimo de ser delicado. No. Pequeño molde de figuras que siempre he visto, pequeña criatura no común en un cuerpo común. Listo. Ya estaba. No me hacía pelotas.

Sonreí al momento de dar una vuelta en las gradas quedando con las rodillas chocando sobre ésta y así escalé hasta llegar a ella. Un Everest, no. Sólo una aventura.- tú no deberías estar en clases? –inquirí con el tono típico del director cuando sanciona a alguien. Quizás a él se le dé mejor. A mí sólo me salía un tono burlón, tal guasón. Recargué las palmas de mis manos sobre la grada, justo a los costados de sus muslos. No era mi intención llegar a cohibirla, o casi intimidarla, simplemente ese era mi tacto con la gente que me agradaba. Y… qué más da, quería en mi cama. Curvé los labios en una mueca de superioridad y acto seguido acerqué mi rostro al de ella, quedando a la altura de su oído, casi rosando mis labios con el lóbulo de su oreja- Sabes que te puedo reportar, verdad? -murmuré contra su oído, dejando el aire caliente de mi boca se desplace por éste. Su piel era blanca, similar a la mía. Qué buena fusión la que haríamos, qué buena mezcla resultaríamos.

El dicho profesor se giro y clavo sus ojos en mi, supuse que mis risas lograron acariciar sus oídos lo que llamaría su atención e hice que se girara a mirarme, pero aun así ni me inmute ni mi expresión cambio en lo mas mínimo cuando él hice ademan de acercarse y es mas, lo vi en su mirada. Por el contrario, un leve sonrisa ladeada fu dibujada por mis labios, pero fue tan leve que quedo en un secreto propio que estaba sonriendo pues fue muy poco visible ese gesto producido en mi rostro. Él preguntó algo, algo obvio que esperaba que preguntara, mas aun así no respondí, y seguí sin mostrar alguna expresión efusiva o afable en mi rostro, ni cuando pregunto aquello ni cuando su rostro se acerco por un breve momento al mío superando los limites "permitidos" entre profesor alumna. Soltó una ligera amenaza satírica a la par de mi oído y su aliento acariciar de forma tan sutil mi oído y cuello que provocó, como reacción instintiva, que cerrará los ojos por un pequeño momento y conllevo también que ahora mis comisuras del lado derecho de mi boca se curvaran de forma mas definida - Lo sé - Murmuré en un pequeño y muy tranquilo susurro que estaba muy acompasado con mi respiración - Como también se que no harás - Dije con certeza y mas que confiada en mis palabras - Además - Hice una pequeña pausa solo para placer mío a la ves que alzaba una de mis manos y acomodaba por encima y de forma despreocupada mis cabellos - Tengo esta hora libre, así que sin pecado cometido no hay castigo - Concluí aun con ese tono sereno y tranquilo que provoca de alguna forma la verosimilitud de mis palabras.

Ah, me webié.

Fue la conclusión a la que llegué luego de escucharla. Me había subido a un barco con un destino claro, pero sin sopesar el camino ni las audacias que te juegan las condiciones medioambientales. ¿Por qué carajo no podía tener clases ahora? ¿Por qué no podía haber la posibilidad que haya venido a verme entrenar? Qué culiado estaba todo esto. Qué ridículo pensamiento, también. Me retiré levemente de ella sin despegar las palmas de mis manos de las gradas y reparé en sus ojos. Pronto serán míos, pronto.- Pues, por lo que sé, sí estás infringiendo una regla, Kristen. –mencioné sin despegar la mirada de sus ojos. Un juego común en el que tiene más personalidad gana. Sólo eso- No puedes pasear por el campo mientras los muchachos están entrenando. Aunque sean menores que tú, se pueden llegar a tropezar al verte o en su mínima expresión distraerse –comenté con el aplomo que me acompañaba, con aquella elegancia y tacto que había funcionado en años- La inexperiencia de la infancia. –casi justifiqué dicho comportamiento. La verdad era que no había leído ni los primeros renglones de las reglas de la institución, pero esperaba que ella tampoco lo haya hecho, mi última jugada. & si no, me la inventaba y derogaba tal dictador. Mis ojos permanecían en los suyos avellanados. Puertas del alma, jódanse. Nunca me habían dicho nada, ésta no sería la primera vez.

Touche pensé para mi cuando él tuvo un silencio en el cual supongo reflexionó y pensó la forma de contraatacar, un silencio en el cual solo se pudieron escuchar nuestras respiraciones que curiosamente seguían el mismo ritmo, incluso el aire que se escapaba entre mis labios a causa de mi manía (o costumbre) inconsciente de siempre mantener los labios entreabiertos.
Le miraba por el rabillo de ojo, es mas, él planto un juego muy común y mas antiguo de todos los tiempos, un juego de visibilidad, un juego tan viejo como simple, el de sostener la mirada, un juego que de alguna forma u otra, ya estaba plantado desde el momento en el que le miraba de reojo y a medida que el se alejaba de mi oído, mis pupilas y las suyas se encontraban por fin, casi colapsándose de forma metafórica.
Acepté el reto, acepté mi rol en este juego y mantuve mi mirada con la suya, a la ves que escuchaba las palabras que sus labios emanaban, yo solo me limité a sonreír de forma ahora mas que evidente, para que él la viera, deseando que el viera la vehemencia que se colaba en las comisura de mis labios al sonreír - Entiendo - Murmuré en un principio y luego hice otra pausa en la que humedecí mi labio inferior y terminaba mordiéndolo por un momento hasta que volvía hablar - Si quieres me marcho, es mas, lo mas correcto sería que lo hiciera, pero si me voy, podría chivarme de tu osadía de dejarle tu labor a un crío de tercer año - Comenté con orgullo hasta diría con un deje presuntuoso y mi sonrisa se amplio ahora un poco mas de forma que mis dientes se podían ver, aunque sea solo un poco. Traté de reprimir un poco mi sonrisa vehemente, mordiendo mi labio inferior para esconder esa sonrisa burlona que dibujaron mis labios para que no pareciera que me ría de mi profesor.

Mi expresión cambió cuando hiso alusión a delatarme por mis sin oficios o comodidades que me tomaba. Sólo me sorprendió que de ella pudiese provenir acto tan… de niños. <Ay, te acuso con mi mamá> Por favor, tremenda mujer desarrollada y pertinaz con esa nota, nah. En fin, me reservaba los juzgamientos- Oh, vamos Kristen, la mayoría de estudiantes de prepa saben lo que hago y lo que no hago. Es evidente, mas no les incumbe pues no es su labor, sólo irían con el director si es que la envidia los ha invadido y desearían ser ellos quienes se llenen los bolsillos de dinero por nada. –pequeña indirecta lanzada, la verdad camuflada por una explicación tan sencilla como digerible. El hecho era que le importaba lo suficiente como para ir de bocazas a acusarme con algún superior o correr el chisme entre sus amigas. Qué bajo era eso. – En fin, hazlo, ya obtendrás respuesta. –gracias a mi mañas y capacidad de convencimiento, elegancia y aplomo, suspicacia y… y podría llenar un sinfín de páginas con mis cualidades pero no estoy para eso, podía decir <Es una nueva forma de enseñarles a ser líderes, otorgándole el mando a uno de ellos intercaladamente por semana y evaluando como se desenvuelve> y el director me aplaudiría y podría que le imponga la nueva metodología de enseñanza a los demás profesores. Qué se yo, para buscar razones era bueno, para llegar a conclusiones mejor. Dirigí una última mirada de autosuficiencia a Kristen, con el conocimiento que no me afectaría en nada lo que ella podría decir y despegué mis manos de las gradas como también mis rodillas dando una vuelta, quedando sentado una grada bajo ella, volviendo la vista al grupo de niños que estaban felices corriendo de un lado a otro, con la energía del mundo que les habían fabricado. Qué gentil era la gente de esta U, tan condescendiente con ellos que hasta le permitían cuatro horas de ocio a la semana. Uno que otro me había recordado a mí en mi infancia, tan salido del molde, tan avispado por otros asuntos y tan fuera del círculo.- ¡Árbitro, acá! -le hablé con voz gruesa con el timbre lo suficientemente alto para que me escuchase el de gorrita y observé como se apresuraba a llegar a las gradas.- Lo hiciste bien eh, tienes ya ganados cinco puntos sobre tu promedio final. Venga, dame los cinco -extendí el brazo hacia él chocando las palmas de las manos y finalmente le bajé la gorrita que tenía llegando a cubrir su cara. Acto común con críos. Éste se retiró y avisó a los demás que la clase había terminado. ¿Cómo decía? Dolce vita.

PD. ya jalo, nos estamos leyendo entre semana. Un beso : )

Golpe bajo pensé, pues había dado un giro retorcido a mi tiro y este me había salido por la culata, asqueroso...pensé en mi fuero interno pues debía admitir que me jodía un poco su arrogancia, aunque por otro lado era muy admirable, pero aun así, me limité a no reflejar ninguno de mis pensamientos en mi expresión y me resigné a sostener su mirada hasta que el la retiro al igual que su cuerpo se alejaba del mío y tomaba una postura casi similar a la mía pero en la grada de abajo - Debía intentarlo... - Mascullé como justificación a lo que había dicho con anterioridad, y permanecí en silencio cuando llamo al mismo chico de antes y le hablo. Reí para mi al ver como el tacto con el que trataba al pequeño era un poco mas sutil y hasta agradable a diferencia a otras personas, alumnos por ejemplo. La maravilla del ser humano par amoldarse a sus roles. Fruncí los labios con apatía y desplace mi mano hasta el móvil que había escondido en el bolsillo de mi jersey y le dí un toque mas de volumen tratando de aislarme en mi mundo otra ves, algo muy propio a mi característica introvertida, y acto seguido incliné mi cuerpo hacia la mochila la cual abrí y en la que inserté la mano en busca de mi cajetilla de cigarrillo, la saque y le di un leve golpe a la mochila para que volviera a su sitio sin preocuparme en cerrarla. Me quedaba cinco minutos mas o menos para poder darle un par caladas a un pitillo así que decidida, saque uno de los tubito de papel de la caja y la lleve a mi boca pero entonces caí en que mi querido profesor seguía casi a la par mía y si me había armado un lío por estar donde en teoría no debía, lo mas seguro era que e armara uno similar con respecto a fumar, por ello me dedique a jugar con el cigarrillo entre mis labios, sopesando ideas para salirme con la mía, ingeneandomelas, es decir, solo era un pitillo...

Tal como lo supuse: no se iría ni se quedaría tranquila. Para ser mujer era demasiado predecible o es que adoptaba los típicos comportamientos y acciones cuando quieres llamar la atención de alguien. ¿Me creía su niñero o el auxiliar que vela por la salud de los críos? Para nada, mas bien yo era el tabaco, el cigarro, el alcohol, conmigo podías obtenerlo pero de una manera no-gratis, no-fácil, no-no-no & las sin fin de trabas que colocaba para llegar a mí. Así de simple, así de complejo.

Deslicé mi cabello entre mis dedos llevando mi mano hacia atrás hasta llegar a la nuca y me levanté de las gradas bajándolas hasta llegar al gras, donde aún yacía mi botella de agua. La destapé y mientras me llevaba el pico a la boca giré la cabeza en dirección a Kristen para mirarla, otra vez ensimismada, otra vez con esa expresión ausente y sin ánimos de hacer amigos, como si en su mundo le bastase ella, ella y su música, ella y su pensamiento. La manzana de mi cuello se abultó por un instante al beber el agua sin despegar la mirada de ella y ya al haber saciado mi sed, tapé la botella nuevamente y sin antes dedicarle la mirada de <Cuando estés más simpática, nos vemos> a Kristen comencé a caminar hacia la salida del campus, demostrándole que si no era ella, sería otra. Tan simple.